Hay una especie de melancolía con esos ordenadores que, después de muchos años dando servicio, quedan relegados a un rincón oscuro del escritorio. Cubiertos de polvo y cargando un Windows 10 al que le han puesto fecha de caducidad —14 de octubre de 2024, la última parada antes del olvido—, parecen susurrarte al oído: "todavía no se ha terminado". Vivimos atrapados en un mundo de obsolescencia. Nos han hecho creer que cuando el software avanza, el hardware se convierte en un fósil digital inútil. Sin embargo, esos ordenadores que no cumplen los requisitos de Windows 11 todavía tienen mucho que ofrecer . El truco está en mirar más allá del marketing, en rescatar su esencia y darles un propósito nuevo. Porque, al final, ¿quién dicta que un final tiene que ser definitivo? Opción 1: Pásate a Linux Cuando Microsoft cierra una puerta, Linux abre una ventana. Los sistemas operativos libres llevan décadas demostrando que la verdadera eficiencia no entiende de monopolios ni de requ...