La fiebre del dinero virtual comenzó con la llegada de los Bitcoins, cuya cotización ha alcanzado cotas inimaginables en tan solo dos años. No obstante, el número de imitadores que se han subido al carro es tan alto que incluso parece que algunas de estas divisas intangibles son el resultado de alguna broma, y no una alternativa de verdad a la popular moneda.
Según una página en la que podemos ver una lista completa, el número de monedas virtuales ya supera los sesenta distintos tipos, algunas de ellas con algunos nombres tan curiosos como Sexcoin o Casinocoin. Este aumento del número de monedas obedece al hecho de que Bitcoin es un proyecto de código abierto, por lo que cualquiera puede disponer de acceso a este, retocarlo como a cada uno le parezca y ponerlo en marcha como un proyecto diferente.
La mayoría de estas monedas se centran en la mejora de la minería de bits para hacerla más efectiva que la del proyecto original, y al especializarse cada vez más y conseguir algo que la minería de bitcoins no ha logrado: que la electricidad que se tiene que utilizar para generar estas monedas no supere en coste al beneficio que se puede lograr.
Además de los problemas de consumo de energía se busca una nueva forma de lograr estas divisas, relacionada con al seguridad. Los defensores de esta moneda solicitan una red más segura para evitar el robo de los datos que acumulan los discos duros de las minas virtuales. Si alguien lograra robar una cantidad importante de estas monedas se produciría un efecto tan adverso que podría convertirse en una nueva desestabilización de la economía global.
¿Alguna de estas opciones logrará desbancar al Bitcoin de su posición de supremacía como divisa virtual? Difícilmente se puede esperar algo así, aunque los creadores de estas y las futuras alternativas no se darán nunca por vencidos.